Evaluando mi
aprendizaje
Quizás exista alguien que piense que ser mediador de lectura o que “recomendar libros” y motivar
para que los jóvenes y niños lean es una tarea fácil. Sí puede parecerlo a
simple vista, pero es necesaria preparación y planificación. Con niños y jóvenes no se puede improvisar.
El miércoles pasado realicé una actividad de animación lectora a un grupo
de adolescentes de IIº año medio, a quienes leí el cuento “Después de almuerzo”
de Julio Cortázar. Y la verdad siento
que el cuento no fue el adecuado en cuanto a la extensión. Si bien estuvieron atentos a la lectura y en
general se portaron como un público ideal, creo que la lectura resultó
cansadora. Debí haber intervenido el texto, pero la verdad es que tal decisión
no me atreví a tomarla por tratarse de un ícono de la literatura hispanoamericana.
No me sentía digna de hacer tal corte. En este sentido debí buscar un cuento
más breve dentro de la misma colección.
Dentro de los conocimientos previos que ayudaron a la realización de la
actividad está el conocer al curso, el tener un manejo de grupo, lo digo por mi
práctica docente, sin embargo, resulta paradojal
que siendo profesora del área de lenguaje como mediadora me sintiera tan
nerviosa como si estuviera frente a una comisión dando examen.
De los aprendizajes que me deja la actividad están: 1º lo necesario que
es el verse, para poder evaluar el trabajo realizado. 2º que a los jóvenes les
gusta que les lean y que es necesario incluir esta práctica dentro del aula. 3º
que toda actividad siempre es mejorable.
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